Tras una despedida un poco triste, los amigos con los que viajé a Bahía Blanca volvieron a la Capital Federal, y me quedé un día más con Gusa y Coco, los anfitriones. Los ánimos habían bajado luego de un fin de semana agitado por lo que salimos a tomar una cerveza y nos fuimos a acostar temprano. Conseguí pasaje de ómnibus a Córdoba Capital para el día siguiente a la noche de forma que aprovechaba el viaje de once horas para dormir y me ahorraba una noche de hospedaje.
|
Familia Amish en la terminal de Córdoba Capital |
Una vez en la terminal de Córdoba compro otro boleto para el pueblito de Nono, en traslasierra. Es un viaje de cuatro horas que, como el nombre bien lo dice, atraviesa varias sierras de mediana altura regalando una hermosa vista de las fincas y campos que riegan la tierra hasta la línea del horizonte. Llegué a Nono alrededor del mediodía y comienzo a preguntar en varios campings por precios, al parecer éste es un pueblo no tan amigo de los mochileros ya que cobran más si uno está sólo y en otros directamente no permiten acampantes que no estén en pareja o en familia. Entre idas y venidas con la mochila piso un fierro puntiagudo que sobresalía unos cinco centímetros del suelo el cuál no sólo atraviesa la suela gastada de mi borcego sino que pasa entre mis dos dedos llevándose un poco de piel. Me siento afortunado y desafortunado a la vez, afortunado porque si el fierro hubiese penetrado un centímetro más abajo entonces el viaje y mi pie hubiesen sufrido un enorme contratiempo, y desafortunado porque en menos de una hora de haber llegado a mi primer destino del viaje ya tenía un zapato agujereado y un pie herido.
Escojo el camping más barato que encuentro y armo la carpa. Al sentarme a descansar me invade la tristeza, extraño a mis amigos, desearía estar mochileando con ellos, me encantaría algo de compañía. Decido ir a conocer las playitas del río Los Sauces que hay a unas pocas cuadras. El lugar está lleno de familias, todos de buen humor, charlando entre desconocidos, jugando con sus hijos. Ya no me siento solo, de alguna forma su hermandad me incluye.
|
Playas en Nono, Traslasierra |
No hay comentarios:
Publicar un comentario