23 de Abril - Isla del Sol - Parte IV

Ayer me desperté más temprano que de costumbre, el sol aún no golpeaba la playa cuando decidí comenzar al día como de costumbre: desayuno de avena con banana, cacao y un poco de azúcar rubia, voy al lago, me lavo los dientes y los cubiertos sucios, me mojo la cara con el agua helada, enjuago y lavo la ropa sucia de ayer y arranco para le monte opuesto a mi carpa donde sí llega la luz del sol. En el camino me cruzo con Sol y Nür, las chicas que se están quedando en lo de Pablo y Sol se despide porque se está yendo. Nür también se despide porque al parecer se irá en la tarde. Llego al monte, leo la parte que me faltaba del libro de Osho, practico un poco de percusión de cajón y huevito juntos (hago trampa porque me pego el huevito a la mano con cinta para poder marcar ambos ritmos) y cuando me canso de tocar continúo cosiendo una pulsera con el punto escama que empecé ayer. A los pocos minutos llegan dos vecinos de la Isla, quienes se acercan a charlar luego de cumplir con su tarea de quemar los materiales de plástico de la isla. El mayor me dice que la señora Rica (la encargada de esa zona) no quiere carpas en la playa porque ayer tuvieron que echar a cinco personas que intentaron acampar cerca de ahí. Me recomendó que acampe en el monte donde nos encontrábamos y hasta me ofreció su pica por si quería amoldar el terreno que se encontraba un tanto inclinado. Acepté y a la media hora había transportado todas mis cosas, carpa incluida. Trabajé con la pica como media hora en un terreno demasiado inclinado y me cansé enormemente. Opté por otra terraza más cómoda. Luego de reinstalarme en la nueva locación fui al pueblo a comprar un par de cosas que me faltaban. Compré unas obleas que devoré en el camino, y luego dos paquetes de 12 galletas cada uno. Ya en el pueblo me pedí una hamburguesa con queso y palta que también devoré rápidamente. Al parecer la actitud de los locales con respecto a mi estadía en la isla me había angustiado, y estaba actuando acorde. 

Hoy jueves 23 de abril pasé todo el día en soledad, principalmente haciendo pulseras y cocinando. La desición de partir ya está definida. Para bajar del lugar en el que he acampado debo descender por un pequeño acantilado de unos seis metros de altura, hoy escogí una ruta muy empinada y casi me caigo. Me raspé el pie bien fuerte y un costado del pecho. La isla me está diciendo algo y la escucho fuerte y claro. Por otra parte me urge comunicarme con mis seres queridos e informarles que estoy de lo más bien. Hoy será mi última noche en la Isla del Sol.

No hay comentarios:

Publicar un comentario