Ya es domingo otra vez, Mitra ha partido hace uno o dos días, tal vez a hacer el seminario en las termas al que lo invitaron. Me dijo que volvería en unos quince días, con la luna llena de Mayo, quién sabe si aún estaré acá. He estado practicando los malabares. Me gustan mucho y aprender nuevos trucos es emocionante. También he terminado las nuevas ediciones del librito que vendí en Copacabana. He decidido separarlos en dos libros individuales: Poemas y Cuentos, y hacerlos a mano, para que la lectura sea más personal. No he escrito mucho desde entonces. Estoy fascinado con el libro que Mitra me prestó antes de irse que se trata de varias entrevistas a Osho, y con toda la cultura budista en general. Ya me he decidido a asistir a la próxima Vipassana que haya en Perú o en Ecuador, depende del tiempo que tarde en darse. Se trata de un seminario de meditación de diez días en el que no está permitido hablar ni hacer contacto visual con los demás seminaristas, con una única comida diaria y una serie de charlas o escuchas para luego entregarse de lleno a la meditación. Me entusiasma enormemente.
El argentino que vino a quedarse por seis meses en la Isla se llama Pablo y es hippie. Tiene muy buena voluntad aunque a veces parece dejarse llevar por su genio. Es amigo de muchos de los habitantes de la isla, especialmente de la familia que le alquila la casa ya que los ayudó a grabar un disco con música tradicional interpretada por ellos. Hemos tenido lindos encuentros de música y conversación en la playa que sale de su casa y seguro espera muchos más. Por mi parte, me cae bien, pero la soledad de la playa se ha visto interrumpida, y en éste momento, es lo que más busco.
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