Con los dos compañeros de camping tomamos un colectivo que nos dejó en la ruta 40, frente al camino de tierra de unos 6 kilómetros que nos llevaría a las ruinas de los indios Quilmes. Partí con todo mi equipaje ya que planeaba ir directo a Cafayate luego de recorrer las ruinas. Dejamos las mochilas en una casa cercana y empezamos a andar. A los pocos minutos de caminata aparece un taxi que se dirige hacia el mismo lado y nos lleva sin costo alguno hasta la entrada. Las ruinas están bien cuidadas y se puede apreciar las construcciones que suben por la ladera del único cerro que hay a varios kilómetros.
Ruinas de los Quilmes |
A ambos lados del cerro se ven unas torres de vigilancia que utilizaban para detectar enemigos a grandes distancias y seguimos a un guía que explica algo de la civilización que antes vivió allí. El dato que más recuerdo es el de su triste final. Al no aceptar el yugo español, fueron sitiados, sus campos incendiados y el suministro de agua cortado, por lo que debieron rendirse. A modo de castigo los quilmes sobrevivientes fueron trasladados más de 1200 kilómetros hasta la parte Sur de la Ciudad de Buenos Aires, que ahora lleva el mismo nombre. Como es de esperarse, sobrevivió una pequeña parte de las 260 familias que iniciaron la travesía.
Dentro de la ciudad |
Vista desde la torre centinela |
Algo así sería el regalo. |
En el camino, que duró alrededor de 3 horas, hablamos de todo un poco. Me preguntan cuál sería un regalo bien argentino para llevar a Rusia, lo pienso un poco y recomiendo un Mate forrado en cuero, tal vez con pezuña incluida, y yerba mate. Lo aprueban contentas.
Al llegar a Cafayate me despido de las dos chicas y me dirijo a la plaza principal, ya aprendí que ahí es donde se obtiene mejor información que en las oficinas de turismo. En la plaza me encuentro con una pareja de los del fogón y nos ponemos a matear y comer unos panes que consiguieron antes de encontrarme. Luego, Pablo y Luz (la pareja) empezaron a hacer malabares y gracias mientras los acompañaba con el ritmo del cajón. No pasó mucho tiempo para que se acercaran algunos nenes a ver el show. También se acercó una chica francesa quien luego me agradecería por el "momento de alegría" que le dimos. Los nenes se van con sus papás terminado el "show" y se acercan un par de ellos con monedas y billetes. Un total de 15 pesos por una hora de juegos y risas.
Al hacerse de noche salimos a pedir comida en varios restaurantes y ligamos suprema con papas fritas. Luz luego dirá que no se siente bien pidiendo comida cuando tenemos la capacidad para hacer la moneda. Me hizo reflexionar sobre el lugar de confort y cómo este no nos permite mejorar.
Aún no está claro donde dormiremos, un camping sería muy caro para ellos.
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