14 de Marzo - La Quiaca

Donde entra uno entran diez
Llegué entrada la noche a la terminal de La Quiaca, y pregunté en varios lugares por un camping. Me indicaron uno municipal que más bien era una plaza abierta, allí encontré a una pareja de mochileros que me dijeron que el lugar era seguro. Como planeaba dormir y salir temprano para Villazón, decidí tirar el aislante y la bolsa de dormir en un quincho bastante resguardado del viento helado y así no perder tiempo con la carpa. A la media hora llegó un contingente de mochileros compuesto por franceses y argentinos que había conocido en Tilcara y que apoyaron mi idea de resguardarse en el quincho. Hoy Sábado me despierto bien y sin haber pasado frío en la noche. Caliento agua en una parrilla que aún conserva algunas brasas encendidas y comparto mate con los chicos que llegaron anoche. Luego de despertarse todos, salimos camino al cruce fronterizo Quiaca-Villazón. Luego de pasar por la aduana y conseguir que me den 90 días de estadía en Bolivia, entramos a Villazón. Es un pueblo que, al encontrarse a metros de la frontera con Argentina, ha tenido un gran crecimiento y está lleno de negocios de todo rubro, desde celulares y playstations hasta sombreros y mochilas norteñas.
Estrenando sombrero y mochila
Compro el sombrero que estuve esperando conseguir desde que salí y una mochila que reemplazó a la pobre sombra de tela que era la que estuve cargando conmigo. Se había roto tantas veces que tenía que usar una cuerda ya que una de las mangas se había caído días atrás.
Hablé con una amiga de Buenos Aires que también estaba viajando y se encontraba trabajando en un hostel de Potosí por lo que decidí ir a visitarla. Mi primer choque con la cultura boliviana me sorprendió menos de lo que esperaba, considerando que son completamente distintos a los argentinos. En la terminal de ómnibus y en los negocios le gritan a uno desde lejos para que se acerque a comprar, aumentan los precios según la apariencia del comprador y regatean con casi todo. Su actitud me fascina, aunque también puede cansar y hasta ofender si uno no está acostumbrado.
El viaje a Potosí pasa rápido gracias a mi facilidad de dormir en cualquier transporte.
Frase en el hostel Casablanca
El bus me deja en un barrio bastante alejado del centro ya que, según el chofer, los caminos a la terminal están siendo reparados. Intento caminar hasta la plaza principal pero me indican que se encuentra a más de 30 cuadras en subida por lo que decido tomar un taxi hasta la plaza principal. Allí averiguo que el hostel de mi amiga llamado Casablanca está a 2 cuadras. La sorprendo con mi llegada y tenemos un lindo reencuentro. Acomodo mis cosas en una cama que promete ser muy cómoda y bajo al salón de entrada. El hostel tiene pinturas y dibujos muy buenos por todas partes, es que aceptan trabajos de todo tipo como forma de pago. En una mesa un chico toca Lisando Aristimuño en su guitarra. Fue un momento sublime.
Mi aporte a la pared del Hostel. Frase
del libro "Las enseñanzas de Don Juan"
Bolivia

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