31 de Marzo - Tocaña

El Quincho del Pulga en Tocaña
El viernes 27 despertamos en el cerro, la carpa no se inmutó ante la pequeña lluvia nocturna. Nos encaminamos a la ciudad al caer la tarde, un bus nos levanta y pasamos otra noche en el hostel. El sábado decidimos salir para Tocaña, una pequeña comunidad situada justo frente a Coroico del otro lado del valle. 
Lo que define a Tocaña son sus habitantes, se trata de descendientes de los esclavos africanos, "Afro-sudamericanos" se lee en un recorte de diario que tiene pegado en la pared de su casa nuestro nuevo anfitrión.
Se hace llamar "El Pulga" y es muy animado, usa una gastada remera psicodélica que seguro es de los 70's y masca coca a toda hora.
El Pulga
Dicen que es antropólogo. Tiene una gran biblioteca llena de libros sobre las culturas que antecedieron a la nuestra, especialmente las prehispánicas. El lugar es hermoso, parece un rancho pampeano en medio de la selva. La casa principal cuenta con diversas entradas a habitaciones de 2, 3 ó 4 camas. Tiene a su vez una enorme cantidad de sillas de todo tipo, están las que invitan a leer, a escribir, a dormir, reflexionar o simplemente estar.

Los días siguientes los pasamos conociendo el "pueblo", que consta de varias casas diseminadas arriba y abajo del cerro, y visitando el río más abajo. Un río bellísimo que corre sin interferencia humana por varios kilómetros hasta encontrarse con el río Coroico.
Hoy Martes despierto con el frágil susurro de las gotas de lluvia sobre el techo de la carpa. La modorra aumenta con cada gota y la dejo controlar mi cuerpo un rato más. Desayunamos unas pizzas recalentadas que sobraron de la excelente cena que hicimos anoche junto a 2 parejas de argentinos. Sigue lloviendo y no hay nada mejor que estar aquí sentado, leyendo toda la tarde.

Tocaña



LA GOTA DE SUDOR
Una gota de sudor cae de la frente del niño que juega.
Cae al ardiente polvo y no tarda en evaporarse.
La gota se eleva y se suma a otras gotas en lo alto de la nube. Permanecen así suspendidas hasta que un viento las empuja hacia las altas montañas del norte.
En su viaje ven ciudades y desiertos, autopistas y ríos, y no logran distinguir unos de otros.
La nube se ha vuelto pesada en su trayecto y una copiosa lluvia precipita sobre el valle.
La gota de sudor cae sobre el hielo y se une rápidamente a las demás gotas del glaciar. Allí dormita largo tiempo. Sueña con el niño, la nube, las ciudades y los desiertos.
Una tarde de verano despierta con los rayos del sol y comienza a rodar cuesta abajo. De esta forma se une a un hilo de agua que luego se vuelve río, luego cascada y más río. Recorre la montaña junto a los peces, insectos y demás seres que se acercan a tomar.
Tras mucho andar, la gota de sudor llega a un pequeño pueblo donde es levantada por un hombre que ha pausado su labor en el campo. Al ser bebida, gota y niño se reconocen después de tanto tiempo, y vuelven a ser uno.
Escrito en Tocaña.

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